Un equipo de fútbol conforma un ecosistema complejo. En él, cada uno de sus integrantes adopta un rol. Y su buen o mal funcionamiento dependerá de la buena conjugación de esos roles y su adaptación al medio. Es decir, al entorno competitivo. En un deporte que tiende al caos y a la imprevisibilidad, es fundamental ser capaz de convertirse en un sistema armónico. Y para ello, es clave disponer de elementos que aporten equilibrio. Que no tengan por qué brillar necesariamente, pero estén ahí para compensar y para hacer que todo fluya.
Uno de esos elementos dentro del Deportivo de Borja Jiménez es Diego Villares. El vilalbés es, junto a Álex Bergantiños, el hombre más importante en la sombra. Porque de su función dependerá parte del buen funcionamiento colectivo. Cuando Villares ha estado cómodo, el Dépor ha dado el salto al siguiente nivel. Un ejemplo fue el pasado domingo, ante el DUX. Tas muchos encuentros como lateral por necesidad, el cuerpo técnico blanquiazul encontró la fórmula para devolver a Diego al centro del campo. Y con su regreso al rol que mejor le sienta, el conjunto deportivista volvió a recuperar su esencia.
Capaz de rendir en la posición de volante derecho como nadie en el primer equipo, Villares dotó a su equipo de equilibrio. Ejerció como tercer central en salida, apoyo más retrasado en el vértice del polígono que el Dépor montó en la derecha e incluso disruptor con algún movimiento vertical para generar espacios a Aguirre y Soriano. Pero en defensa, se encargó de ser el escudero de Álex en el centro del campo y, junto a él, compensar la atrevida presión del conjunto deportivista. Fue el Diego que puso las «piernas» que tanto necesita Jiménez, pero también la cabeza que permite al conjunto herculino mantener las distancias con y sin pelota y encontrar los espacios en ataque.
Números poco llamativos
Pero su evidente labor para el equipo no es algo que se refleje, habitualmente, en los números. Un ejemplo fue el del pasado domingo: el lucense completó un gran partido, pero más allá de algún buen dato como sus pocas pérdidas (5), no destacó en ninguna estadística. Algo que suele ser habitual. Villares presenta números poco llamativos. No es el centrocampista que más participa, ni el que más intercepta, ni el que mejor pasa, ni el más hábil en duelos. Ni siquiera el que más llega. Pero precisamente en su capacidad para rozar el notable en casi todo está su valor.
De este modo, Rafa De Vicente únicamente se ha mostrado sensiblemente inferior a Villares en el aspecto defensivo cuando ambos han jugado de mediocentros. Pero el ex del Fabril le ha ganado la partida casi siempre al ‘cromo’ más parecido que tiene dentro de la plantilla. Así, el andaluz apenas llega a los 600 minutos, mientras que Villares supera los 1.700 únicamente como centrocampista.
Algo parecido sucede entre Villares y Álex Bergantiños. El capitán tiene un perfil más defensivo que Diego, como avalan los datos. Pero en ataque, tampoco es que el ’22’ deportivista sume muchísimo más en cuanto a volumen y acierto con balón.
Y es que el peso de Villares va más allá: está en los intangibles, esos aspectos del juego que las estadísticas básicas no reflejan, pero que resultan fundamentales. Son las coberturas, las vigilancias ofensivas, la interpretación del ‘tempo’ del desmarque, el perfilamiento o la habilidad para moverse al espacio justo y permitir fluidez de circulación sin tocar el balón.
Carencias de lateral
Pero si los datos de Villares no reflejan su trascendencia en el actual Deportivo cada vez que forma parte de la línea medular, sí son una evidencia de sus problemas como lateral derecho. El futbolista forjado en el Racing Vilalbés ha tenido que jugar en torno a 500 minutos en ese puesto. Son prácticamente la mitad que Trilli y Víctor García, actualmente fuera de combate. Pero pese a que ha cumplido como ha podido, está claro que ha rendido por debajo de ellos.
Precisamente esas dificultades para aportar recluido única y exclusivamente al carril derecho han ahondado en los problemas ofensivos del Dépor en esta segunda vuelta. Sin sus laterales naturales, el equipo coruñés perdió mucha profundidad por ese costado y dejó de encontrar en el centro lateral un recurso para llegar al gol.
Así, Víctor García se mostró como uno de los futbolistas más desequilibrantes del Deportivo en ataque desde su capacidad para recorrer la banda. El valenciano, al que un edema óseo ha apartado de la competición, únicamente es peor que Villares en el acierto a la hora de poner centros. Pero, en gran parte, porque su volumen de envíos es mucho mayor. Más allá de su elevado número de participaciones, Víctor incluso supera a Diego en métricas defensivas como el éxito en duelos.
Pero si la comparativa está descompensada con Víctor García, no lo está menos con Trilli. El canterano empeora al futbolista llegado del Valladolid en algunos aspectos ofensivos, pero lo mejora en los defensivos. Y, por supuesto, vence también a un Villares que únicamente se impone en las interceptaciones y el acierto en los centros, como con García.
De este modo, con Diego Villares de vuelta a la tercera pata del trivote, el Deportivo ha vuelto a recuperar su mejor versión. Una cuestión que más que casualidad, apunta a ser causalidad. Está por ver si Diego Aguirre, ausente el próximo domingo por sanción, o el posible fichaje de Antoñito terminan de permitir que el lucense se asiente, de nuevo, en el centro del campo. Porque en la medular aporta mucho más que números.