Muchos son los nombres que le rondan la cabeza ahora mismo a Carmelo del Pozo, pero tanto para él como para el resto de la directiva del Deportivo hay uno por delante de todos: Pedro Mosquera. En el club están convencidos de que el coruñés tiene que ser el estandarte del nuevo proyecto y lograr su continuidad es la prioridad número uno desde que terminó la temporada con el fatídico descenso.
Todos ellos saben, también, que no será fácil convencerlo. Mosquera tiene contrato hasta 2021 y ha reconocido que no le importaría jugar en Segunda, pero su cartel en Primera sigue siendo importante y no le van a faltar ofertas. La esperanza de la dirección deportiva es que, como ya hiciera hace unos años cuando el Valencia llamó a su puerta, el mediocentro tenga un segundo e importante gesto hacia su club. Hacia su ciudad.
Entonces hizo oídos sordos a los cánticos que llegaban desde Mestalla para renovar con el Deportivo. Se espera que ahora, con más importancia en el vestuario y el brazalete de capitán a su nombre, haga algo similar, aunque el propio Carmelo es perfectamente consciente de que el club blanquiazul tendrá que poner mucho de su parte.
Primero ofreciéndole un proyecto deportivo de primer nivel en el que sea importante. Su participación en el Dépor ha ido bajando y entre lesiones, y la poca confianza de los técnicos, no ha tenido la continuidad que deseaba. Si se queda será para ser uno de los puntales y el director deportivo sabe lo que tiene que hacer: «Yo le tengo que generar un buen clima de equipo competitivo, diferente al que había el año pasado«.
Pero en la balanza también pesa el aspecto económico. Y eso es inevitable. Con su última ampliación de contrato, el de Mosquera pasó a estar entre los salarios más altos de plantilla, pero esos emolumentos se verán reducidos de forma importante en Segunda División. Con él, como con el resto de jugadores que decidan quedarse, el club intentará buscar incentivos individuales en base al rendimiento.
El jugador coruñés es una prioridad deportiva y simbólica para el Deportivo y todo apunta a que echará el resto para que la temporada que viene juegue en Riazor. Pero ahora, como ya pasó hace unos años, todo dependerá de la voluntad del centrocampista.